Destino es migrar
La historia de Europa se puede narrar a través de la migración entre sus fronteras, que durante años ha presenciado el paso de personas en tránsito. En la actualidad la mayoría de personas migrantes y/o refugiadas que provienen de Pakistán, Afganistán, Bangladesh, Siria, Irán e Irak se ven obligadas a atravesar diferentes territorios para emigrar hacia otros países europeos comoFrancia, Alemania, Bélgica o Inglaterra.
Trieste es el punto de entrada al territorio italiano de miles de migrantes que superaron la ruta de los Balcanes a través de Polonia, Croacia o Eslovenia después de caminar días, semanas e incluso meses. Cada día llegan personas con los cuerpos marcados, los pies destrozados y la esperanza de llegar a un lugar seguro. Les esperan, sin embargo, miradas esquivas, miedo, racismo e indiferencia de una parte de la sociedad que mira hacia otro lado. En esta ciudad fronteriza italo-eslovena las personas suelen quedarse de uno a tres días, tiempo para descansar, coger fuerzas y seguir el camino hacia su destino.
Para continuar con la ruta migratoria hacia la frontera norte de Italia los migrantes toman el tren regional que suele tener menos controles y es más fácil pasar desapercibidos. Después de unos días de viaje llegan a Claviere, la siguiente ciudad italiana, desde donde intentarán cruzar hacia Francia. Esta localidad sirve como punto de encuentro donde se van encontrando miles de personas que atravesaron la ruta de los Balcanes y las que llegaron a Italia a través de la ruta
migratoria del Mediterráneo Central. Esta ciudad fronteriza entre Francia e Italia es un obstáculo más en su intención de llegar a un país europeo en el que solicitar asilo.
Los Alpes se han convertido en el único punto de acceso para que las personas en tránsito puedan ir a otros países debido al control y cierre de caminos por parte del Gobierno francés. Italia y Francia han anunciado la creación de una brigada conjunta en su frontera para frenar la llegada de migrantes. Algunas personas, cansadas tras superar la ruta balcánica, otras desalentadas por la negativa para la concesión de asilo en Italia, toman la decisión de cruzar a pie durante más de diez (10) horas las altas montañas de los Alpes para llegar a Briançon (Francia).
Los migrantes logran alcanzar el territorio francés agotados física y mentalmente tras superar los controles fronterizos que están permanentemente vigilados y en las que son posibles las medidas de devolución y denegación de entrada. Eligen las rutas más altas de las montañas para no ser vistos por la policía francesa y así llegar al refugio ‘Terrases Solidaries’. Este lugar funciona como un espacio de supervivencia para acoger y proteger temporalmente a migrantes que el sistema rechaza y trata de invisibilizar.
Esta localidad francesa tampoco es su destino: es una casilla más en la ruta migratoria. Las personas migrantes y/o refugiadas seguirán yendo hacia otros países europeos atravesando
territorios y fronteras.
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